LOS VASCOS SE INICIAN en el consumo de la cocaína antes incluso de alcanzar ese período de la vida que conocemos por juventud. Los expertos alertan de que son cada vez más numerosos los datos de consumo detectados en la adolescencia. A partir de los catorce años, nuestros hijos entran en contacto con una droga a la que acceden con una facilidad inusitada. Y su consumo es un hecho habitual en determinados espacios y ambientes de ocio, hasta constituir una moda, extremadamente peligrosa porque los riesgos que entraña se ocultan bajo una apariencia de modernidad y éxito en la vida. Todo lo contrario de la imagen que lleva asociada la heroína, sinónimo de marginalidad, delincuencia y enfermedad y por lo tanto, prácticamente desterrada de los usos de nuestros jóvenes.
LOS EXPERTOS ADVIERTEN, SIN embargo, de que los peligros que entraña el consumo de cocaína son similares a los de la heroína, y que empezaremos a verlos en breve, puesto que ya se empiezan a detectar los primeros casos de ruina económica y personal. Tenemos la ventaja de la experiencia para combatir esta lacra, que los especialistas no dudan en comparar con los desastres que provocó en la década de los ochenta la irrupción de la heroína. Entonces, desconocíamos el fenómeno de la drogadicción y una generación entera pagó las consecuencias de nuestra ignorancia. Conocedores de lo que sucedió entonces, bueno será que los responsables políticos y educativos, pero, sobre todo, las familias, nos aprestemos a combatir esta amenaza con la determinación que requiere su extrema gravedad. España disfruta del lamentable honor de ser el país de mayor consumo de cocaína, en dura competencia con EE.UU. Y los vascos colaboramos muy activamente a engordar esta estadística. Nuestros jóvenes deben de saber que la cocaína mata, igual que matan todas las drogas, legales o ilegales. Revisar los modelos de ocio, campañas preventivas, de información y medidas de control, se antojan pasos imprescindibles para frenar el desarrollo del problema antes de que sea demasiado tarde.
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